Mi primer squirt exitoso !Qué rico!

Mi primer squirt exitoso !Qué rico!

Adentrando a este mundo de conocer mi cuerpo y lo que me gusta, lo que me hace sentir delicioso; encontré que aparte de estimular mi clítoris y la penetración vaginal, había otra zona del cuerpo que iba empezar a estimular y es el punto G. En la ducha, luego de un día de largo trabajo y con unos deseos jugosos de excitarme bien delicioso, me dispuse a introducir dos dedos (medio y anular) sin ningún aderezo.

De pie, con la ducha abierta y el agua bajando sobre mis piernas empecé a acariciar mi clítoris para humedecer mi vagina poco a poco, subí y bajé mi mano, acaricié mi vulva, volví a poner la yema de los dedos sobre mi clítoris para masajearlo, puse los dedos en mi boca, los chupé y los llevé nuevamente a mi clítoris.

Me senté en el piso frío del baño, abrí mis piernas para dejar a la vista mi clítoris, volví a chupar mis dedos y acerqué una vez más la yema de los dedos sobre el clítoris, esta vez ejerciendo un poco más de presión por el exponencial aumento del lívido, me arreché como quería.

Introduje dos dedos en mi vagina pero ya sabía que la experiencia era mucho más mágica cuando el dedo medio y anular adoptaban una posición de gancho, les di la curva justa para estimular mi punto G y solo me dejé llevar. Me hice tan rico que en ese momento sabía que por ahí podía lograr mi orgasmo. Me masturbé, me agarré las tetas para excitarme más, me imaginé comiéndome una verga bien grande, algo bien duro viniéndose en mi boca. ¡Uf, solo de recordarlo me vuelvo a mojar!. Después de varios minutos, unos 10 o 20 minutos, no logré continuar más; aquí me di cuenta que debía seguir intentándolo y que no era nada fácil.

Como muchas, siempre quise poder venirme a chorros ¡pero realmente a chorros! porque creía que esa era la manera correcta en la que podría disfrutar el placer que produce el sexo. El día que lo logré, no bastó un solo intento para venirme delicioso, pero el final de esa experiencia ha sido la mejor que he tenido en toda mi vida.

Luego de muchos intentos, aún teniendo pareja, me escapé a un motel fuera de la ciudad. Me fui sola, me llevé 2 juguetes, un vibrador en forma de pene y una bala vibradora. Un último artefacto no podía hacer falta, mis manos. En esta ocasión, no me senté en el piso frío de la ducha, lo hice en la cama mientras hacía una videollamada con mi pareja.

Luego de hacer un baile por videollamada, jugar y unas ricas palabras que endulzaban mis oídos y mojaban mi vagina, me acosté sobre la cama y empecé a acariciar mi vulva. Introduje una vez más mi dedo medio y anular, los hice curva como lo había practicado semanas, mañanas, tardes y noches atrás para lograr el objetivo.

Con una mano acariciaba mis pechos y con la otra estimulaba mi clítoris para continuar excitándome. No se imaginan lo rico que sentía, de recordarlo me vuelvo a humedecer. Mis dedos acariciaban mi punto G y ¡me encantó! No quería sacar los dedos de mi vagina, me sentí muy deliciosa y eso lo amé más.
Tal vez todo suene extraño y a la vez un poco feo, pero en realidad lo disfruté. En esta vez, ya con practica, no fueron 10 minutos los que duré, pasé media hora masturbándome tan rico que me vine ¡me vine!.
Mi mano, quedó totalmente húmeda, la bañé toda de un líquido transparente color gloria, color satisfecha y deseosa de más. Combinado con mi fluido vaginal, mi mano estaba tan deliciosa que no dudé en chuparla frente a la cámara.
Me vine, me vine tan rico que nunca quisiera olvidar ese sensación tan única de dejar chorreada la cama por primera vez, dejarla mojada de mi… de mi linda papayita.
Autor (a): Anónima

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